«El reto es muy sencillo: si ahora mismo no reforestamos los Andes, no habrá agua para las futuras generaciones, sobre todo de los Andes. En las zonas altoandinas del norte peruano, los árboles, arbustos y plantas menores, aunque mucho mas los bosques naturales y cultivados, atraen, producen y hacen circular la humedad como ningún otro recurso vivo del planeta» Bernardino Lalopú Silva, autor de la nota
La captura es el punto de partida en la generación del agua. Entonces, para que haya esa captura, primero tiene que haber vegetación. Las plantas actúan como esponjas que atrapan las lluvias y la humedad atmosférica, para —aparte de aprovechar una parte— infiltrarlas en el suelo y así alimentar a los puquiales, riachuelos y otras fuentes hídricas de las partes bajas.
Esto se puede comprobar particularmente en los Andes: donde hay una masa densa de árboles, hay agua no sólo en el lugar, sino también más abajo. Además, la vegetación protege a los suelos erosionables, sostiene a la biodiversidad y captura a los gases de efecto invernadero.
Entonces, ¿qué debemos hacer? La clave está en los Andes. Esta macrorregión es la principal proveedora de agua (de lluvias y deshielos) para las dos grandes macrovertientes del país (Pacífico y Atlántico).
Ante esta realidad, el reto es hacer lo que predicaba el maestro Pablo Sánchez Zevallos: ¡Hay que ponerles poncho verde a los Andes! Pero ahora ya no sólo para convertir cada gota de lluvia en un grano de alimento, sino principalmente para tener fábricas naturales de agua en las montañas y así compensar a la inminente extinción de nuestros glaciares, cuyos deshielos hoy nos proveen 70% del agua que consumimos en el largo período de estiaje.
¿Qué significa esto?
Proteger a los pocos bosques, breñales y pajonales sobrevivientes, en toda la región.
Reforestar sostenidamente todos los espacios posibles con especies nativas y/o adoptivas, en macizos y sistemas agroforestales, perfeccionando las experiencias en Perú, tales como Porcón (Cajamarca, 11 000 hectáreas) y Marayhuaca (Lambayeque, 4 500 ha).
Para el efecto, sólo se requiere concertar una política de Estado, forjar la simbiosis necesaria entre las comunidades locales, los centros de investigación, los tres niveles de gobierno y la inversión privada.
El programa respectivo puede ser cofinanciado por el Estado, todos los usuarios de agua asentados en las partes bajas, la empresa privada y la cooperación internacional; en tanto que la dirección técnica debe correr —en todos los casos— a cargo de especialistas privados.
Los campesinos pueden poner sus tierras y sus brazos si se les demuestra —con las experiencias de Porcón y Marayhuaca, por ejemplo— que la reforestación les cambiará la vida, empezando por darles empleos e ingresos en la preparación de viveros, la instalación de plantones, el cuidado de éstos hasta su prendimiento y las faenas silviculturales. Después, ellos se verían beneficiados para siempre con los productos y servicios ambientales que generen los bosques cultivados.
Para el efecto, es necesario desplegar —vía planes de negocios— un enfoque de conservación productiva, a partir de una Política de Estado.
El reto es muy sencillo: si ahora mismo no reforestamos los Andes, no habrá agua para las futuras generaciones, sobre todo de los Andes cisandinos y la costa. Pero, aunque no fuese así, la reforestación es un formidable bionegocio que nos han puesto en la mano el cambio climático.
Por: Bernardino Lalopú Silva, autor de la nota
Los incendios forestales son un gran problema que afecta a los bosques de América Latina. Durante el verano la situación empeora debido a las altas temperaturas y la falta de lluvia. Y esto no es un problema que afecte sólo a nuestra región, sino que a múltiples países, entre ellos Australia, cuyas tierras se han visto arrasadas por gigantescos incendios esta temporada.
Los bosques son la principal herramienta que tenemos para combatir el cambio climático, motivo por el cual su disminución sostenida nos afecta a todos. Así lo indica la Organización de Naciones Unidas (ONU), que detalla que los bosques absorben aproximadamente 2000 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año.
Es más: recalca que son la manera más rentable de combatir el calentamiento global. “Estos ecosistemas terrestres ya han eliminado de la atmósfera casi un tercio de las emisiones de dióxido de carbono producidas por el hombre. A través de la gestión forestal sostenible, podrían eliminar mucho más», expresa Liu Zhemin, jefe del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU.
En esa línea, un estudio publicado por la revista científica Science determinó que en el planeta hay 900 millones de hectáreas de tierras que pueden destinarse a plantar árboles. Si eso se lograra, se reducirían hasta 205 gigatoneladas de CO2, en circunstancias que cada año generamos alrededor de 40 gigatoneladas, de las cuales la mitad queda en la atmósfera y el otro 50% es absorbido por los bosques y los océanos.
La indagación nació a propósito de un informe en que expertos de la ONU sostuvieron que se necesitan 1.000 millones de hectáreas de árboles, que equivalen al territorio de China, para lograr cumplir con el Acuerdo de París.
«Tuvimos la duda de si era posible cumplir ese objetivo sin sacrificar la producción de alimentos y de si había suficiente tierra disponible. Hicimos ese estudio y encontramos que de los 2.000 millones de hectáreas degradadas que hay en el mundo, 900 millones tienen absoluto potencial forestal», explica René Castro, responsable del departamento de Biodiversidad Climática, Tierra y Agua de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y participante de la investigación, al diario español El País.
Principal amenaza a los bosques
Y ya que hablamos de deforestación, es conveniente saber que, de acuerdo a la ONU, la mayor amenaza para los bosques a nivel mundial no es la explotación insostenible y/o ilegal de madera, sino que la agricultura.
A medida que crece la población, es necesario generar más alimentos, por lo que muchas tierras que antes tenían árboles, pasan a destinarse a actividad agrícola, ya sea plantando cultivos de vegetales o generando pastizales para que coma el ganado.
“Un desafío clave es cómo gestionar el aumento continuo de la producción agrícola y mejorar la seguridad alimentaria, sin reducir las áreas forestales en general”, expresa Naciones Unidas.
Aunque no todo es malo: la entidad añade que en los últimos 25 años, la tasa de deforestación global neta se ha desacelerado en más del 50%.
“El objetivo de acabar con la deforestación global neta está cerca de alcanzarse, lo que lleva al mundo un paso más cerca del objetivo del Plan Estratégico de las Naciones Unidas para los Bosques que busca expandir el área forestal mundial en un 3% para 2030, lo que representa un área de 120 millones de hectáreas”, acota la organización.
Fuente: biobiochile.cl
Johanna Andrea Martínez-Villa1,2, Sebastián González-Caro1 and Álvaro Duque1*
* Correspondence: ajduque@unal.edu.co; ajduque09@gmail.com
1 Departamento de Ciencias Forestales, Universidad Nacional de Colombia. sede Medellín, Cra. 65 #59a-110, Medellín, Colombia
Background: Species turnover (β-diversity) along elevational gradients is one of the most important concepts in plant ecology. However, there is a lack of consensus about the main driving mechanisms of tree β-diversity at local scales in very diverse ecosystems (e.g., Andean mountains), as well as how the sampling effect can alter β-diversity estimations. Recently, it has been hypothesized that patterns of change in β-diversity at local scales along elevational gradients are driven by sampling effects stemming from differences in the size of the species pool rather than by underlying community assembly mechanisms. Thus, we aim to evaluate the relative extent to which sampling effects, such as species pool size, grain size, and tree size cut-off, determine species sorting, and thus, the variability of β-diversity at local scales along elevational gradients in the northwest of Colombia.
Results: Using 15 1-ha permanent plots spread out along a 3000m elevational gradient, we used standardized β- deviation to assess the extent to which either sampling effects or the community assembly mechanisms determine the changes in species composition at local scales. Standardized β-deviation was measured as the difference between the observed and null β-diversity divided by the standard deviation of the null β-diversity. We found that the magnitude of change in local β-deviation along the elevational gradient was significant and dependent on the employed spatial grain size and tree size cut-off. However, β-deviation increased with elevation in all sampling designs, which suggests that underlying community assembly mechanisms play a key role in shaping local β- diversity along the elevational gradient.
Conclusions: Our findings suggest that grain size enlargement and the inclusion of trees with small diameters will improve our ability to quantify the extent to which the community assembly mechanisms shape patterns of β- diversity along elevational gradients. Overall, we emphasize the scale-dependent nature of the assessment of β- diversity. Likewise, we call for the need of a new generation of enlarged forest inventory plots along gradients of elevation in tropical forests that include small individuals to improve our understanding about the likely response of diversity and function to global change.
Keywords: Andean forests, Null models, Species pool, Species sorting, Sampling effect
Contribuye a conservar la cobertura vegetal del ecosistema Bosque Nublado y sus especies endémicas. El departamento de Cajamarca sumó su sétima Área de Conservación Privada (ACP), con el reconocimiento del predio “Bosque Cachil” por parte del Ministerio del Ambiente (Minam), ubicado en el distrito y provincia de Contumazá.
El departamento de Cajamarca sumó su sétima Área de Conservación Privada (ACP), con el reconocimiento del predio “Bosque Cachil” por parte del Ministerio del Ambiente (Minam), ubicado en el distrito y provincia de Contumazá.
Esta nueva Área de Conservación Privada, cuenta con área de 210.40 hectáreas y su reconocimiento tiene una vigencia de 10 años, según establece una Resolución Ministerial publicada hoy en el Diario Oficial El Peruano.
La norma establece que el objetivo general del Área de Conservación Privada “Bosque Cachil” el conservar la cobertura vegetal del Bosque Nublado, contribuyendo así a mantener las características ambientales, biológicas, paisajísticas y otras análogas importantes para el equilibrio de este ecosistema, hábitat de especies endémicas y amenazadas.
Precisa que las obligaciones que se derivan del reconocimiento de la citada Área de Conservación Privada son inherentes a la superficie reconocida como tal y el reconocimiento del área determina la aceptación por parte de los propietarios de las condiciones especiales de uso que constituyen cargas vinculantes para todas aquellas personas que, durante la vigencia del reconocimiento del Área de Conservación Privada, sean titulares o les sea otorgado algún derecho real sobre el mismo.
Asimismo, dispone que el propietario del predio inscriba en la Superintendencia Nacional de los Registros Públicos (Sunarp), las cargas de condiciones especiales de uso del Área de Conservación Privada “Bosque Cachil”, reconocida por un periodo de 10 años, según el siguiente detalle:
La Resolución, que lleva la firma de la ministra del Ambiente, Fabiola Muñoz, aclara que lo dispuesto en la presente Resolución Ministerial no implica la convalidación de derecho real alguno sobre el área reconocida, así como tampoco constituye medio de prueba para ningún trámite que pretenda la formalización de la propiedad ante la autoridad competente.
ACP en Cajamarca
Las otras Áreas de Conservación Privada reconocidas hasta ahora en la región Cajamarca son:
Fuente: Andina.pe | LZD/MAO
Tras analizar imágenes satelitales y observar los cambios que ha habido en la vegetación de estos ecosistemas, investigadores observaron que, debido a la deforestación y al cambio en el uso de la tierra, ya no están absorbiendo tanto dióxido de carbono como antes. Un nuevo estudio que brinda malas noticia en la lucha contra el cambio climático.
“Como hemos verificado, con estimaciones con otros datos satelitales, ahora podemos decir con certeza que los bosques boreales contribuyen más a la absorción de dióxido de carbono y los bosques tropicales contribuyen cada vez menos”.
Torbern Tagesson es investigador de geografía física de la Universidad de Lund (Suecia) y como indicó al portal Science Daily, trató de resumir la investigación que acaba de publicar en la revista Nature ecology & evolution. Junto a otros doce autores, trataron de entender el rol que estaban desempeñando los bosques tropicales en la absorción de dióxido de carbono (uno de los principales gases culpables del cambio climático). Lo que encontraron no fueron buenas noticias.
Tras analizar imágenes satelitales tomadas entre 1992 y 2015 y combinarlas con modelos que muestran el comportamiento de la vegetación en esos ecosistemas, Tagesson y sus colegas observaron que, con el paso del tiempo, los bosques tropicales han ido perdiendo su capacidad de capturar el dióxido de carbono (CO2).
¿La razón? Como lo explican en su artículo, el uso que los humanos le están dando a la tierra en esas regiones, sumado a la deforestación galopante, ha hecho que este tipo de bosques, que se encuentran en regiones como el Amazonas o el sudeste asiático, pierdan su capacidad de absorber CO2.
«El cambio climático nos está afectando a todos, y con este estudio hemos aumentado nuestra comprensión del impacto del uso de la tierra en el ciclo global del carbono», aseguró Tagesson al portal Forest News. “Este conocimiento es esencial para que podamos predecir los efectos del cambio climático presente y futuro y, por lo tanto, también es muy relevante para las políticas sobre cambio climático«.
En otras palabras, como se lo explicó a Science Daily, sus estimaciones indican que ahora otros tipos de bosques están contribuyendo más a la absorción: los bosques boreales, que son frecuentes en América del Norte, algunas regiones de Europa como Rusia, y Asia.
La trascendencia de este estudio se podría resumir en una cifra: la vegetación absorbe el 30 % de las emisiones de dióxido de carbono producidas por los humanos. Pero solo en Colombia en 2018 fueron taladas 197.159 hectáreas de bosque. Ese año el 70% de la deforestación se concentró, justamente, en la Amazonia.
Fuente:
En una emotiva ceremonia que reunió autoridades, asociaciones locales, guardaparques y comuneros, la ministra del Ambiente, Fabiola Muñoz, y el gobernador regional de Huánuco, Juan Manuel Alvarado, encabezaron la ceremonia de presentación del Área de Conservación Regional Bosque Montano de Carpish, en el caserío de San Pedro de Carpish, en el distrito de Chinchao, en la región Huánuco.
El Ministerio del Ambiente estableció el Área de Conservación Regional Bosque Montano de Carpish, mediante Decreto Supremo N° 014-2019-MINAM, con el objetivo de conservar la biodiversidad y los bosques de la Cordillera de Carpish.
Se trata de la primera Área de Conservación en la región Huánuco que nació en respuesta a las amenazas de deforestación que enfrentan sus ecosistemas, principalmente por causa de la expansión de terrenos agrícolas
“Cuando escucho que esta iniciativa demoró más que 20 años para ser creada oficialmente, creo que se trata de un esfuerzo importante y necesario por parte de ustedes. El cambio climático no espera, ya existe y lo tenemos presente. Pero hoy Huánuco está dando un paso histórico porque después de haber sido por mucho tiempo una de las regiones con mayor récord de deforestación, hoy está cambiando su historia para bien”, afirmó la ministra.
Añadió que, a diferencia de años anteriores, la región Huánuco está poniendo valor a sus bosques y los servicios ambientales que estos producen. “Hay que quitarse de la cabeza que los bosques no permiten el desarrollo. En esa apuesta por la conservación, podemos generar proyectos productivos sin dañar los bosques”, mencionó.
Por su parte, Juan Alvarado, gobernador regional de Huánuco, dijo que su región está totalmente presente para proteger la Amazonía. “Este bosque tiene más de 50,000 hectáreas y queremos diversificarlo y potenciarlo con la ayuda de toda la población», refirió.
Con una extensión de 50,559.21 hectáreas, el Área de Conservación Regional Bosque Montano de Carpish se encuentra en los territorios correspondientes a las provincias Huamalíes, Leoncio Prado, Dos de Mayo y Huánuco.
El área alberga aves endémicas como colibrí cobrizo, tangara de bufanda dorada y el cucarachero peruano. Además, la zona alberga 78 especies de flora originarios del Perú, así como una importante variedad de orquídeas que despiertan el interés de especialistas en todo el mundo.
Cabe mencionar que el Área de Conservación Regional Bosque Montano de Carpish viene involucrando a actores locales en el manejo y la conservación de su ecosistema, ya que esta iniciativa permite fortalecer el turismo rural comunitario para la observación de aves. Esto, a su vez, permitirá mejorar la infraestructura de la zona y generar nuevas oportunidades de negocios locales, como servicios de alojamiento y alimentación.
Las áreas de conservación regional son espacios íntegramente administrados por los gobiernos regionales. Estos deben reportar el estado de su conservación, de acuerdo a las coordinaciones y procedimientos establecidos por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp).